Testimonio  (1965)

Final

(Unas palabras de adiós
para tus manos, las mías
y el dolor).

Mis manos,
que aprendieron el idioma de tus ansias,
hoy fusilarán en la hora crepuscular
de mis angustias
la última esperanza anochecida.

 

Tus manos,
que unidas a las mías
rompieron el viento y la pena,
hoy regresarán a los ojos de la desesperanza,
a segar el fruto de nuestra tristeza,
a recoger el llanto que germina
en la tierra húmeda de la añoranza.

 

Tus manos y las mías
escribirán en la noche
el delirio final de nuestra sangre atormentada,
tus manos y las mías
destruyendo astros en la noche
eternamente estarán,
porque hoy habremos de enterrar
en la hora crepuscular
de mis angustias
la última esperanza anochecida
y el primer amor que conmoviera a Dios.

 

1963

Tercer Premio en el Concurso Intercolegial de Poesía promovido por el Colegio Nacional “Dolores Sucre”.